🧠 Cinco mitos sobre nutrición que la ciencia ya se encargó de desmentir

🧠 Cinco mitos sobre nutrición que la ciencia ya se encargó de desmentir (aunque las redes aún no se hayan enterado)

En la era de los “gurús del bienestar” y los consejos de TikTok, la nutrición se ha vuelto un terreno de batalla entre la evidencia y la ocurrencia. Cada semana, una nueva dieta promete lo imposible: comer sin engordar, adelgazar sin esfuerzo o “limpiar” el cuerpo (como si el hígado no existiera). Lo curioso es que, en medio del ruido, la ciencia sigue hablando con su tono tranquilo y paciente, desmontando mitos con datos, no con hashtags.

Aquí, cinco de los más persistentes —y peligrosamente seductores—, revisados con lupa y una pizca de ironía.

🕓 1. “Comer de noche engorda”

Parece lógico: si comes antes de dormir, tu cuerpo, ya en “modo ahorro”, acumulará grasa. Pero el cuerpo no tiene reloj de cocina. Ni deja de gastar energía mientras duermes: sigue reparando tejidos, produciendo hormonas y, sí, quemando calorías.

El metabolismo no se apaga al caer la noche; lo que engorda no es la hora, sino el exceso. Harvard y la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria coinciden: lo que importa es el balance energético total.

Eso sí, cenar como un rey antes de dormir puede salir caro en digestión y sueño. Mejor dejar un par de horas entre el último bocado y la almohada. No por la báscula, sino por el descanso.

🍞 2. “Los carbohidratos son los enemigos del peso”

Pobres carbohidratos: pasaron de ser el motor del cuerpo a convertirse en villanos nutricionales. Pero sin ellos, el cerebro bosteza y los músculos protestan. El verdadero problema no es el pan, sino el tipo de pan.

Los simples (bollería, azúcar, refrescos) son fuegos artificiales: mucho brillo y poca duración. Los complejos (avena, arroz integral, legumbres, quinoa) son hogueras constantes que alimentan sin agotar.

La ciencia lo resume mejor que cualquier influencer: no es necesario desterrarlos, solo aprender a distinguirlos. Demonizar un macronutriente nunca fue buena idea.

🍽️ 3. “Comer cinco veces al día acelera el metabolismo”

Otro mantra moderno. “Come cada tres horas y quemarás más grasa”. Ojalá el cuerpo funcionara como una estufa. Pero no: la frecuencia de las comidas no altera el metabolismo de forma significativa.

Lo relevante no es cuántas veces comas, sino cuánto y qué. Tres comidas abundantes o cinco pequeñas pueden ser igual de saludables si las proporciones son sensatas. La única regla universal es escuchar al cuerpo, no al reloj. El hambre real no entiende de horarios.

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🧃 4. “Los productos ‘light’ o ‘sin azúcar’ son más saludables”

El marketing alimentario es un artista del disfraz. “Light”, “fit”, “0 % azúcar”… etiquetas que suenan virtuosas, pero que a menudo esconden trampas: edulcorantes, almidones, más sal o aditivos.

Un yogur “light” puede tener menos grasa, sí, pero más azúcar que uno natural. Y los edulcorantes, lejos de ser inocentes, alteran la microbiota intestinal y perpetúan el deseo por el dulce.

Moraleja: si un producto necesita una etiqueta para parecer sano, probablemente no lo sea. La comida real no se vende con eslóganes.

💊 5. “Los suplementos vitamínicos pueden sustituir una buena alimentación”

El negocio de los suplementos mueve miles de millones prometiendo lo que ningún polvo puede dar: salud instantánea. Pero las vitaminas no trabajan solas; en los alimentos conviven con otros compuestos que facilitan su absorción. En los suplementos, esa sinergia desaparece.

Tomarlos sin necesidad puede ser, además, contraproducente: el exceso de vitamina A o D puede resultar tóxico, y abusar de antioxidantes puede interferir con los mecanismos naturales del cuerpo.

Los suplementos son eso: suplementos, no atajos. Ninguno reemplaza a una dieta equilibrada ni al arte (perdido) de cocinar.

⚖️ Conclusión: entre el mito y la mesura

La nutrición, como casi todo en la vida, no se trata de extremos, sino de equilibrio. Ni ayunos heroicos ni atracones disfrazados de “cheat meal”. Ni demonizar alimentos ni venerar suplementos.

Comer con sentido común —variedad, frescura, moderación— sigue siendo la recomendación más científica y menos rentable. Y, quizá por eso, la más difícil de vender.

La ciencia lo sabe. Tu cuerpo también. Solo falta que lo recuerdes antes del próximo titular que prometa “resultados en tres días”.

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